#EntreNetas | El día después de la consulta

Se desperdiciaron miles de millones de pesos para confirmar lo que ya casi todos sabíamos: la consulta para la revocación de mandato fue un rotundo fracaso. No solo por el bajísimo nivel de participación que apenas llegó al 17 por ciento, sino por la descarada operación – previsible- del gobierno para incidir en el resultado. Participaron aproximadamente 16 millones de personas, menos de 2 de cada 10 mexicanos, cuando se requerían 37 millones de votos para que esta consulta innecesaria tuviera razón de ser. De ese tamaño es el fracaso.

Este proceso de “revocación” se caracterizó por la simulación, por la intromisión ilegal del gobierno y por servir exclusivamente como un mecanismo de propaganda ilegítima del presidente de la República. Quienes participaron en la consulta con la pretensión de revocarle el mandato al presidente, solo contribuyeron, con sus votos, a “representar” – a los ojos del presidente- el “tamaño” de sus opositores. Le regalaron el discurso “oficial” para establecer una nueva narrativa en su favor señalando, malamente, que 9 de cada 10 mexicanos lo respaldan, nada más falso, pero “sustentado” por la absurda participación en la “consulta”. Este proceso ha de recordarnos que el voto jamás se debe ejercer con el hígado, el corazón o el estómago. Votar o no votar, participar o no participar, elegir la opción por la cual se va a votar, se debe decidir con la razón y la conciencia, por eso lo correcto, lo razonado, si se quería en verdad oponerse al presidente, era hacerle un gran vacío para evidenciar que se trataba de un consulta simulada, inútil y personalista, de él y para él.

Este domingo nos arrojó un par de conclusiones por demás importantes. La primera es que la capacidad de movilización de MORENA es limitada y no poseen la “gran” maquinaria electoral que tanto presumen. La segunda es que el INE, a pesar de todos los traspiés que le pusieron, tuvo la capacidad operativa para organizar nuevamente una elección en paz y con las garantías suficientes para su implementación. Pero ¿Qué sigue después de la consulta fallida? Primero, se debe sancionar ejemplarmente a quienes violaron la ley, particularmente a quienes, desde el gobierno, utilizan recursos públicos para incidir en un proceso electoral. Segundo, se tiene que fortalecer al Instituto Nacional Electoral (INE) para que tenga las herramientas y capacidades suficientes para fiscalizar los recursos que se destinan principalmente en la propaganda electoral. Tercero, se debe legislar para mejorar y fortalecer la implementación de las consultas populares, incluyendo la garantía de suficiencia presupuestal. Finalmente cabe mencionarse que, una vez pasada la consulta, se anuncia una fuerte ofensiva del oficialismo para desacreditar al INE y buscar su desintegración, sin embargo, MORENA no cuenta con los votos suficientes para realizar un cambio constitucional de este tipo, por lo que el ataque y acoso del gobierno será verbal, y como tal, debe encontrar de frente las voces de los demócratas para defender al INE y a la democracia. El día después de la consulta, la consulta falló.

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