#EntreNetas | Nueva era para la educación pública

La pandemia por la COVID-19 aceleró la transición de los modelos educativos estáticos, monótonos y presenciales hacia las modalidades dinámicas, abiertas y universales. Los sistemas educativos de todo el mundo fueron forzados a probar nuevos métodos, formas y herramientas para impartir la docencia fuera de las aulas tradicionales. Si bien algunas instituciones, principalmente privadas, ya habían utilizado modestamente la tecnología y otros esquemas educativos más progresistas, en México, la educación pública fue sorprendida por completo. A lo largo de la historia se han desarrollado distintos y diversos métodos de estudio, pero es probablemente en la última década, y exponencialmente en el último par de años, que el cambio sustantivo en los principales y más grandes sistemas y modelos educativos del mundo se dará irreversiblemente. La pandemia nos ha sembrado interrogantes que las autoridades de la educación pública deben reflexionar y responder. Quizá el tiempo que pasan los niños en un salón de clases resulte ya excesivo. Quizá los modelos semi presenciales o híbridos llegaron para quedarse. Quizá el uso potencial de herramientas tecnológicas pueda reducir la inversión en el gasto público en cierto tipo de infraestructura educativa. Quizá la colaboración entre instituciones hoy sea más necesaria que nunca. Quizá deba haber maestros de aula y maestros de ‘pantalla’. Quizá la educación por fin llegue a ser verdaderamente universal.

Hoy los gobiernos deben atreverse a intentar cambiar la forma de impartir la educación, desde lo local, y romper con los modelos tradicionales. Urge transformar la forma de educar, particularmente en México, donde la educación se califica más en base a la asistencia física al aula, que al desempeño integral del estudiante; donde importa más lo que se memoriza, que lo que en verdad se aprende; donde la práctica del conocimiento adquirido es nula fuera de la escuela. Sin duda todo cambio conlleva nuevos retos y plantea nuevas disyuntivas, por ello la gradualidad es fundamental. La pandemia fue el arranque de este proceso de transformación que no puede ni debe parar.

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