#EntreNetas | El colmo en el desastre

México es un país muy diverso. Posee una gran variedad de hábitats en sus 1,960,189 km2 de superficie continental que lo colocan como el catorceavo país con mayor extensión territorial del mundo. Sus tipos de climas son tan amplios que corren de extremo a extremo ocasionando, naturalmente, inclemencias pasajeras. Nuestro país tiene zonas montañosas, valles, planicies, costas, desiertos, importantes cuerpos de aguas, ríos y mucho más; vivimos en un país con una inigualable riqueza ambiental aunque ello conlleva que, repentinamente, nuestras distintas regiones se conviertan en escenarios de catástrofes naturales. Los accidentes ocurren sin dar aviso, los desastres naturales también. Por tal razón, nuestros gobiernos deben aplicar toda clase de recursos para monitorear constantemente la evolución de los elementos climáticos: temperatura, humedad, presión atmosférica, precipitación, viento, así como otros indicadores para medir el desplazamiento de las capas terrestres, la actividad volcánica y muchos otros factores. Sin embargo, el acontecer de un desastre natural resulta inevitable a pesar de estos esfuerzos y pone en riesgo cientos de vidas humanas. Huracanes, sismos, mareas altas, deslaves, inundaciones, suceden cotidianamente, y como ya se dijo, sin aviso. ¿De qué forma puede un gobierno prevenirse mejor ante estas contingencias? ¿Cómo afrontar de mejor manera una crisis repentina ante un desastre natural? La respuesta es lógica: con prevención, capacitación y recursos. Esencialmente con recursos: humanos, técnicos, financieros. En el año 1996 se creó el Fondo de Desastres Naturales – FONDEN por sus siglas- para atender precisamente los efectos de los desastres naturales mediante una capacidad financiera que les permitiera a los gobiernos hacer frente. La cualidad de este fideicomiso era apoyar a los distintos niveles de gobierno con recursos públicos para ocuparse de la atención y recuperación ante un desastre. Pero recientemente, en contrasentido y en un nuevo acto de insensatez, hace tan solo unos pocos meses se oficializó la desaparición de este fondo. Bajo la narrativa presidencial el FONDEN se eliminó porque estaba “plagado de corrupción” a decir del presidente López Obrador. Y nos preguntamos, si existen pruebas de actos de corrupción en su funcionamiento ¿qué era mejor? ¿denunciar y sancionar a los responsables o desaparecer el fondo? En lugar de erradicar la corrupción, se optó por erradicar los apoyos solidarios. Por obvio que parezca lo que se debe eliminar es la corrupción, no así los recursos para la atención de los desastres naturales. En el colmo del desastre se castigó a las víctimas de los desastres y se premió al gobierno federal con el uso discrecional del dinero, sin un esquema transparente y carente de reglas claras de operación que lo regule. Simplemente, el colmo.

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