#EntreNetas | Los delitos confesos del Presidente

A pesar de haber jurado cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan, López Obrador se ha dedicado a violarlas, interpretarlas a su favor o simplemente despreciarlas ante su voluntad o capricho. No importa lo que diga la norma, el mandata, el reina. No existe otro presidente en la época reciente que haya retado al Estado de derecho como lo ha hecho él. Más figura como virrey o monarca que como el titular del Poder Ejecutivo de una República representativa y democrática. Él, cree fervientemente que a él – solo a él- la ley no le aplica. Se ufana inmune al marco legal, se siente eterno; pero en tres años dejará la presidencia y podrá ser juzgado. Son tantas las evidencias, son tantas las confesiones, son tantas las negligencias, son tantos los errores, que será juzgado. Según el Diccionario Jurídico Mexicano, la confesión “en un sentido lato, es la admisión que se hace en un juicio o fuera de él, de la «verdad» de un hecho o de un acto, que produce consecuencias desfavorables para el confesante”; por su parte, la Real Academia Española indica que la confesión es la “declaración que alguien hace de lo que sabe, espontáneamente o preguntado por otro”, en tanto el Diccionario de Derecho Usual establece que la confesión es el “reconocimiento que una persona hace contra ella misma de la verdad de un hecho.” El presidente López Obrador ha confesado delitos graves que, obligadamente, serán investigados y llevados a juicio en cuanto deje su cargo. El ejemplo más claridoso está en la orden que giró para liberar extrajudicialmente a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo; este solo hecho merecerá investigaciones no solo en México, sino en los Estados Unidos. Así como hoy se investiga a Genaro García Luna, podrá ser investigado el para entonces, ex presidente. Ejemplos de presumibles delitos en los que ha participado confesamente sobran, pero hay tres muy memorables: 1. La liberación de Ovidio mencionada líneas arriba (artículos 150 y 225 del Código Penal) “Yo ordené que se detuviera ese operativo y que se dejara en libertad a este presunto delincuente” 2. La destrucción y tala de selva y manglares para el paso del Tren Maya (Artículo 420 bis Código Penal) “No hay destrucción de la selva, es una brecha, cuando mucho de 50 kilómetros de los 1,550 kilómetros. Y no es monte alto, no es selva, es un acahual, que es distinto, pero ellos no distinguen sobre esto” 3. La negligencia criminal ante el manejo de la pandemia que ha cobrado la vida de 500,000 mexicanos (artículos 7 y 16 de la Ley General de Responsabilidades Administrativas relacionadas con sus posibles causas penales) «Lo del coronavirus, eso de que uno no se puede abrazar… hay que abrazarse, no pasa nada, o sea, nada de confrontación de pleito» ó “No me pongo el cubrebocas porque no me lo recomienda Hugo (López-Gatell, subsecretario de Salud de México)”. En estos tres casos el presidente ha sostenido públicamente su injerencia, decisión, instrucción ó mando. La postura del presidente ante este tipo de acusaciones es de simpleza, negación, ironía y burla tratando de minimizar sus posibles consecuencias legales. Se encuentra a la mitad del sexenio en donde todos los presidentes se sienten intocables. López Obrador no dejará, por estrategia y supervivencia, de dividir a los mexicanos porque es la única forma que tiene para mantener la posibilidad de que su movimiento retenga la Presidencia de la República; sigue la máxima “divide y vencerás”. Quiere coptar determinados sectores sociales para usarlos como su base electoral. Veremos en esta segunda mitad de su mandato a un presidente enojado, agresivo, desleal, promotor del odio y del enfrentamiento entre mexicanos. Sabe bien que, de perder las elecciones presidenciales del 2024, le seguirá un profundo juicio por sus delitos confesos.

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